~Bromas pesadas~
De alguna manera Roy Mustang fue capaz de
arrastrar el cuerpo medio dormido de Edward Elric hasta la casa del jefe de una
organización terrorista que debían aniquilar cuanto antes.
El legar no había sido fácil, el enano era
muy pesado con dos auto mail de acero puro en su cuerpo; con su último esfuerzo
logro colocarlo sobre la cama que ahora compartían gracias a un desliz de
cierta pulga.
“Alex,
ni creas que saldrás vivo de esta…”
Una mirada lasciva se posó en los negros
ojos del Coronel, había hecho algo muy vergonzoso para callar a Ed momentos
antes; sabía que el rubio se convertiría en un torbellino de furia cuando se
enterara de lo que paso, pero era eso o poner en peligro toda la operación en
la que iban relativamente bien.
Era el momento de la venganza, Ed había
estado haciendo de las suyas todo este tiempo; Mustang también quería
participar.
Empezó
a sacarle la ropa a Ed poco a poco sin que este se despertara dejándolo solo en
ropa interior, hizo lo mismo con la suya y se metió a la cama esperando a la
mañana siguiente poder presenciar una divertida reacción de Ed.
La noche anterior había sido bastante
alocada, al jefe se le ocurrió doblar la cantidad de licor con la que Ed había
sido sacado de combate; al escuchar esto Ed se alivió, pensó que con el doble
del licor estaría tan dormido que parecería un muerto, sib embargo, tuvo el
efecto contrario no solo no estaba dormido estaba muy hablador a un nivel muy
peligroso.
Mustang se había despertado antes que Ed por
alguna extraña razón, le dio crédito a la emoción que sentía por ver la cara de
Edward cuando despertara más aun cuando se percatara de la pequeña broma que le
había jugado.
“si
ponemos tu cabello aquí…. ¡Listo! Pareces una chica, hahahaha”
El Coronel se estaba divirtiendo, jugando
con el cabello de Ed; esperando el momento en que despertara.
“mmn…
hace cosquillas Al…”
“Alex
despierta”
“…
¿Qué…?”
“tienes
que levantarte, despierta”
“perro…”
“Alex…”
“ya,
ya estoy despierto ¿ves?”
Edward tenía un poco de resaca, su organismo
no estaba acostumbrado al licor; se sentó en la cama perezosamente quitándose
el cabello de la cara y restregando sus ojos.
“¿ya
estas despierto?”
“si…
¿por qué no tienes nada puesto? ¿Dónde está mi ropa?”
“por
allí….”
Mustang estuvo esperando este momento con
ansias, tenía mucha curiosidad de la reacción que Ed podría tener; sabía que
para todo hay un límite pero era demasiado divertido el ver su pequeña cara de
sorpresa y terror, quería ver más; haló a Ed de los hombros y lo abrazo contra
si acariciando el cabello rubio con sus manos, sentía la agitada respiración y
violentos latidos de Ed contra su pecho; cuando le pareció suficiente le
soltó. El resultado fue mejor de lo que
creyó, tenía a Edward completamente sonrojado y avergonzado, una vista que
valía oro.
“¿qué
pasa? ¿Ya se te olvidó todo?”
“¡…!”
Edward le miraba con los ojos en blanco como
si estuviera procesando todo lo que acababa de pasar, Mustang se compadeció un
poco del pobre chico ya se había divertido lo suficiente; debía acabar con su
pequeña broma.
De Edward nunca se sabía cuál sería su
reacción, podrías pensar que se enfurecería y terminaba avergonzado; esa era la
razón principal por la que el Coronel tenía por hobby el jugarle algunas
bromas.
“Alex,
lo siento yo… ¿eh?”
Fue demasiado lejos, esperaba muchas
reacciones pero definitivamente no se esperaba lo que estaba viendo; Ed estaba
pálido con los ojos llorosos, estaba a punto de llorar.
“yo…no…
¿o sí?”
“nada
Alex, lo siento no llores”
“…maldito
bastardo”
“si
si, vamos es hora de levantarse… aunque, en la taberna tuve que silenciarte
insecto”
“¿silenciarme?”
“si,
estabas molestando a todos con tus estupideces, más a mi”
“…
ahhh lo siento, pero no puedo evitarlo ya no quiero entrenar más creo que
moriré si sigo así”
“no
morirás, pero harás que nos maten; por cierto te silencié así”
Mustang se agacho a la altura de Ed y le dio
un beso, más pequeño y casto que el de la taberna. Parecía que la cara de
Edward se incendiaría a causa del alquimista de fuego.
“voy
a asesinarte estúpido perro”
“tú
tienes la culpa, me haces hacer todo esto en público”
“¿p-publico?”
“¿te
deje más idiota o qué? En la taberna anoche durante tu entrenamiento”
“voy
a matarte y luego moriré”
“¿suicidio
de pareja? Interesante…pónganse algo de ropa y bajen a comer tortolitos”
Se quedaron quietos como estatuas el jefe de
nuevo había estado escuchando toda su conversación sin que se dieran cuenta,
solo les quedaba esperar a que no desconfiara de ellos aunque casi todas sus
conversaciones eran estúpidas y parecían ser inocentes.
“gracias,
buenos días”
“hehe
buenos días hoy les tengo su primer trabajo”
“¿de
verdad?”
“si
Alex me gusta que estés emocionado… recuerda lo que te dije, no te andes
poniendo asquerosamente lindo cerca de John”
“n-no
lo hare… “
“eso
espero”
Bajaron a desayunar los últimos días habían
estado sosteniendo una pequeña rutina John y Mustang preparaban el desayuno
mientras el jefe trataba de molestar a Ed.
“y a
todo esto Alex ¿quién es la mujer de la que hablabas ayer?”
“no
recuerdo que paso ayer… no podría decirle jefe”
“seguramente
estabas hablando de tu mecánica y de su perro, no se me ocurre nadie más”
Mustang trataba de cambiar el tema, el
nombre Riza Hawkeye no debía salir a la luz.
“puede
ser… la verdad no recuerdo mucho… jefe ¿tengo que seguir con el entrenamiento?
Moriré si sigo así”
“pero
que dices, si eres muy divertido cuando estas ebrio; la mejor parte es cuando
haces enfadar a Claude, se ven tan lindos”
“…no
me gusta, después me hace bromas pesadas en venganza”
“¿como
la de hoy en la mañana?”
“si…”
“te
veías bastante lindo tan sonrojado, si te pones así siempre debe ser
irresistible jugarte bromas. Pero… pareces demasiado sensible e inocente no me
digas que aún no lo han hecho”
“¡…yo…no
aun no!”
“awww
que amor tan platónico, ¿Claude si tanto te gusta porque no lo has atacado?”
“sigue
siendo un mocoso y tiene el tamaño de una mosca… lo rompería”
“¡no
soy un mocoso y no parezco mosca!”
“¿entonces
quieres que te rompan?”
“eh…
no, ¡definitivamente no!”
“ya
déjalos jefe, Claude tiene razón al esperar solo míralo”
“¿y
lo defiendes? John…”
“controla
esos celos de perra que no te quedan”
“…si
claro”
Silencio incómodo. No había otra manera de
describir aquello, Mustang seguía bebiendo de su té mientras veía al jefe lanzando
miradas amenazantes a un Ed que se veía muy incómodo. Acababan de presenciar o
más bien provocar una pequeña pelea entre sus superiores.
“bien
Alex si ya terminaste tengo trabajo para ti”
“si…
John, ¿qué tengo que hacer?”
“hay
un par de sujetos… militares rondando por aquí solo debes mantenerlos
vigilados; síguelos, pareces un niño así que no sospecharan de ti”
“es
sencillo, puedo hacerlo”
“eso
espero, y luego prepara un informe detallado de todo lo que viste”
“si”
“ven
conmigo te diré mas en el camino y jefe… ¿tranquilo si?”
“está
bien…”
El jefe se quedó un poco más tranquilo con
esas palabras. Esos ataques de celos por parte del jefe a quien sea que se
moviera cerca de su John parecían ser comunes, John estaba muy acostumbrado a
ellos y sabía lidiar con un jefe celoso perfectamente.
Edward tenía un trabajo que hacer, si l
hacia bien ganaría más confianza y podrían acercarse a lo que necesitaban.
Hasta ahora no tenían pruebas contundentes que pudieran llevar a esos dos a
prisión, Mustang quien manejaba la información tenía más oportunidades de
conseguir algo lo suficientemente bueno como para arrestarlos.
“¿Qué
tengo que hacer jefe?”
“por
ahora… limpiaras el almacén de archivos”
“bien…
¿dónde está?”
“es
nuestro sótano, tengo unas cosas que hacer; quédate y hazlo volveré más tarde”
“entiendo”
“eres
bueno para seguir ordenes… me agrada”
“gracias
creo”
Limpiar el sótano de archivos, era la
oportunidad perfecta; si encontraba algo comprometedor podía acabar con todo
esto antes de lo que siquiera imaginaron.
Mustang se dirigió al sótano de la casa no
parecía tener tantos archivos como él pensó, pero si lo que necesitaba tenían
planes, cartas y esquemas de actividades algunas ya realizadas con unas cuantas
hojas de esto y podrían ser juzgados limpiamente.
Todo estaba yendo muy bien, talvez demasiado
bien.
Tomo los papeles y los escondió en sus
bolsillos, la puerta por donde entro ya no se encontraba allí. Había caído
perfectamente en la trampa.